domingo, 24 de febrero de 2013

Un historia de justa apreciación y valoración (Relato)



Un joven con un récord académico excelente fue a solicitar un puesto directivo en una gran empresa. Pasó la primera entrevista, y le anunciaron que el director hacía la última y era quien tomaba la decisión final.
El director descubrió a partir del análisis del CV, que los logros académicos del joven fueron excelentes todo el tiempo, desde la escuela secundaria hasta la investigación de postgrado, nunca había tenido un año en el que no obtuvo excelentes calificaciones.
El director le preguntó: “¿Obtuviste alguna beca en la escuela?” el joven respondió “ninguna”. El director replicó: “¿Fue tu padre quien pagó los honorarios de tu escuela?” El joven respondió: “Mi padre falleció cuando tenía un año de edad, fue mi madre la que pagaba todo”.
El director le preguntó: “¿Dónde trabaja su madre?” El joven respondió: “Mi madre trabajaba lavando y secando ropa. El director pidió al joven mostrar sus manos. El joven mostró un par de manos sin arrugas y perfectas.
El director preguntó: “¿Alguna vez ayudaste a su mamá a lavar la ropa antes?” El joven respondió: “No, mi madre siempre quiso que yo estudiara y leyera más libros. Además, mi mamá puede lavar la ropa más rápido que yo y le queda mejor”.
El director: “Tengo una petición. Al regresar a casa hoy, vaya y limpie las manos de su mamá, y luego venga a verme mañana por la mañana.*
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era muy alta. Cuando regresó, felizmente pidió a su madre le permitiera limpiarle las manos. Su mamá extrañada y feliz, pero con sentimientos encontrados, mostró finalmente sus manos a su hijo para que le limpiara. El joven comenzó a limpiar las manos de su madre poco a poco, mientras sus lágrimas cayeron a medida que lo hacía. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su madre estaban arrugadas, y con numerosas callosidades y contusiones. Algunos eran tan dolorosos que su madre se estremecía cuando los limpiaba.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de que era este par de manos que lavaban la ropa todos los días, los que hicieron posible pagar la cuota de la escuela y la universidad. Los moretones en las manos de su madre fueron el precio que ella pagó por su graduación, por su excelencia académica y su futuro. Después de terminar la limpieza de las manos de su madre, el joven lavó toda la ropa restante. Esa noche, madre e hijo dialogaron durante varias horas.

A la mañana siguiente, el joven acudió a la oficina del director. El director notando las lágrimas en los ojos del joven, le preguntó: “¿Puede usted decirme qué hizo, qué aprendió ayer en su casa y porqué llora?” El joven respondió: “Yo limpié las manos de mi madre, también terminé de lavar toda la ropa que aun quedaba y caí en cuenta de muchas cosas que mi madre hizo por mí”.
El director le preguntó: “por favor, dígame qué siente”. El joven dijo:
Número 1, Ahora sé lo que es la apreciación. Sin la abnegación de mi madre, no habría tenido hoy éxito.
Número 2, Al trabajar juntos y ayudar a mi madre, sólo ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir que se haga algo.
Número 3, He llegado a apreciar la importancia y el valor de la relación familiar.
El director dijo: “Esto es lo que necesito y busco en mis gerentes.
Personas que aprecien la ayuda de los demás, que conozcan el sufrimiento de los demás para hacer las cosas, y que no pongan el dinero como su única meta en la vida. Usted está contratado.
Con el paso del tiempo, este joven trabajó muy duro, y recibió el respeto de sus subordinados. Cada empleado trabajó con diligencia y en equipo. El desempeño de la empresa mejoró enormemente.
Comentario:Un niño, que ha sido protegido y se le ha dado todo lo que quería, desarrollará una “mentalidad de derecho” y siempre se pondrá en primer lugar y creerá que es el centro del universo. Será ignorante de los esfuerzos de sus padres. Cuando comienza a hablar, se supone que cada persona tiene que escucharlo a él, y cuando se convierte en un gerente, nunca sabe de los sufrimientos de sus empleados y siempre culpará a los demás.
Este tipo de personas, que pueden ser buenos académicamente y que pueden tener éxito por un tiempo, finalmente terminan frustrados sin tener un sentido de logro y llenos de odios y prejuicios. ¿Con éste tipo de educación y protección de los padres, estamos realmente mostrando amor o en su lugar estamos destruyendo al niño?
Usted puede dejar que su hijo viva en una casa grande, comer una buena comida, aprender piano, ver una gran pantalla de televisión, estudiar en la mejor universidad, disfrutar de ropa de primera y vacaciones, pero por favor, cuando esté cortando el césped, deje que lo ayude, que aprenda a hacerlo, después de una comida, indíquele que lave los platos y vasos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque usted no tenga dinero para contratar a una empleada, es porque hay que enseñarle a su hijo a apreciar el esfuerzo de los demás, que experimente la dificultad y conozca la capacidad de trabajar en equipo con otros, que entienda que en la vida no todo perdura y que debe prepararse para afrontar las dificultades y necesidades que puedan llegar.
Cuento Anónimo